Katyn

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Katyn 

Una película de Andrzej Wajda

Fecha de estreno: 2 de Julio de 2009
Premios y Festivales
• Academy Awards, (USA)
2008, Nominada al Oscar como mejor película extranjera.

• Denver International Film Festival (USA)
2008, Premio del público a la mejor realización
 
• European Film Awards
2008,  ganadora del premio  d’Excellence por el diseño de vestuario (Magdalena Biedrzycka )
 
• Ljubljana International Film Festival (Eslovenia)
2008, Premio de la Audiencia (Andrzej Wajda)

• Polish Film Awards (Polonia)
2008,   ganadora del Águila de Oro:

Mejor fotografía (Pawel Edelman)

Mejor diseño de vestuario (Magdalena Biedrzycka  / Andrzej Szenajch )

Mejor director (Andrzej Wajda)

Mejor  banda de sonido (Krzysztof Penderecki )

Mejor diseño de producción (Magdalena Dipont)

Mejor sonido (Jacek Hamela)

Mejor actriz de reparto (Danuta Stenka)

• Polish Film Festival (Polonia)
2008,  Premio de la audiencia a Andrzej Wajda

• Washington DC Filmfest (USA)
2008, Premio del público a Andrzej Wajda 
  

Sinopsis
Una historia de oficiales polacos asesinados por la NKVD (la policía secreta rusa) en Katyn en 1940,  durante la Segunda Guerra Mundial. Un retrato de las mujeres que ignoraban el crimen, que estaban a la espera de sus maridos, padres, hijos y hermanos. Un acuerdo inflexible con la mentira, que obligó a Polonia a olvidar a sus héroes. Una película sobre una lucha invencible por la verdad y la memoria, gracias a la cual existe una Polonia libre actualmente.

Comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Después de la invasión de la Alemania nazi en Polonia, siguiendo la orden de Joseph Stalin el 17 de septiembre de 1939, también las unidades del Ejército Rojo entraron ilícitamente sobre suelo polaco. En consecuencia, todos los oficiales polacos se encontraron bajo la esclavitud soviética. Anna, la esposa de un capitán del Regimiento de Uhlan está a la espera de su marido, y recibe con incredulidad todas las pruebas que evidencian que ha sido asesinado por los rusos. La esposa de un general, en abril de 1943, se entera de la muerte de su marido después de que los alemanes descubren fosas masivas de oficiales polacos en el bosque de Katyn. El silencio y la mentira acerca del crimen rompen el corazón de Agnieszka (M. Cielecka), hermana de un piloto que tuvo la misma suerte que los otros soldados polacos. El único sobreviviente es Jerzy, amigo del capitán, que entra en las filas del Ejército del Pueblo Polaco.

¿Cómo será la vida de las mujeres que siguen esperando a sus amados, después de la guerra, en un Estado Polaco dependiente de la Rusia Soviética? ¿Patria y Libertad seguirán significando lo mismo para aquellos que han aceptado el nuevo sistema?

Ficha artística:
 Artur Zmijewski …  Andrzej
 Maja Ostaszewska …  Anna
 Andrzej Chyra …  Lt. Jerzy
 Danuta Stenka …  Róza
 Jan Englert …  General
 Magdalena Cielecka …  Agnieszka
 Agnieszka Glinska …  Irena
 Pawel Malaszynski …  Lt. Piotr
 Maja Komorowska …  madre de Andrzej
 Wladyslaw Kowalski …  Profesor Jan
 Oleg Drach …  Comisario (Oleg Dracz)
 Oleg Savkin …  official de la NKWD  (Oleg Sawkin)
 Sergey Garmash …  Mayor Popov (Siergiej Garmasz)
 Antoni Pawlicki …  Tadeusz
 Agnieszka Kawiorska …  Ewa

Ficha Técnica
Director: Andrzej Wajda
Productora: Akson Studio
Guión: Andrzej Mularczyk -  Andrzej Wajda
Fotografía: Pawel Edelman
Música: Krzysztof Penderecki

Duración: 118 minutos
Color
Idioma: polaco, ruso, alemán
País: Polonia
Año: 2007

Katyn – La historia

El 17 de septiembre de 1939, basándose en los acuerdos incluidos en el Pacto Ribbentrop-Molotov, el Ejército Rojo cruzó la frontera oriental de Polonia.

A finales de ese mes todas las provincias orientales de Polonia habían sido ocupadas y cerca de 18.000 oficiales, 230.000 soldados, y unos 12.000 oficiales de policía habían sido tomados prisioneros. Entre los prisioneros de guerra había funcionarios de todos los grados y una docena de generales. La mayoría de los prisioneros de guerra eran oficiales de la reserva, muchos de los cuales procedían de la intelligentsia polaca; también había capellanes militares de diferentes denominaciones. A finales de octubre los oficiales detenidos habían sido encarcelados en los campos de Kozielsk, Starobielsk, y Ostashkovo. El 5 de marzo de 1940, de conformidad con la propuesta de Beria, el Politburó del Partido Comunista tomó la decisión de fusilar a casi 15.000 prisioneros de guerra detenidos en esos campos. Joseph Stalin firmó la orden. Los prisioneros de guerra polacos fueron asesinados en la primavera de 1940 en los centros de la NKVD, en el Bosque de Katyn, de Tver, y Jarkov.

El ejército alemán que se desplazaba hacia el este descubrió las fosas de Katyn en abril de 1943. Las autoridades soviéticas negaron las acusaciones alemanas de ser los autores del crimen, declarando que el asesinato lo habían cometido los alemanes en 1941.

Durante la existencia del Pueblo de Polonia, la verdad sobre el crimen de Katyn fue inescrupulosamente falsificada. El tema de Katyn se mantuvo prohibido durante todo ese tiempo, y los defensores de la verdad fueron perseguidos y severamente castigados. Las familias de los asesinados no podían encender velas ni siquiera en las tumbas simbólicas de sus parientes.

No fue hasta 1989 que la verdad de Katyn vio la luz del día. En 1990, las autoridades de la URSS admitieron por primera vez que el crimen fue cometido por el NKVD soviético. Dos años más tarde Yeltsin declaró oficialmente que había ocurrido bajo la orden firmada por Joseph Stalin. Desde entonces se ha sabido más y más sobre los acontecimientos de la primavera de 1940 en el Bosque de Katyn y en las cámaras de tortura de la NKVD de Tver y Jarkov. Allí hay cementerios de oficiales polacos, pero muchos hechos no han sido revelados aún y muchas de las tumbas, al este del río Bug, están cubiertas por árboles.
Notas del director
 “Katyn es una película especial en mi larga carrera como director. Nunca pensé que viviría para ver la caída de la URSS, o que la libertad de Polonia me daría la oportunidad de retratar en la pantalla el crimen y la mentira de Katyn.
Mientras que el crimen de Stalin privó de la vida a mi padre, mi madre fue tocada por las mentiras y la espera en vano de su regreso.

La creación del guión sobre Katyn llevó varios años. El largo y arduo proceso de búsqueda a través de enormes cantidades de recuerdos, diarios, y otras reminiscencias confirmaron mi determinación de basarme, para esta primera película sobre Katyn, en los hechos referidos en estos materiales. Y así es como llegamos a la escena en el puente, al comienzo de la película, como también la escena en que los soldados soviéticos rasgan la bandera polaca. La mayoría de los incidentes descritos en la pantalla realmente ocurrieron y fueron denunciados por testigos presenciales. Si bien es cierto que los detalles del crimen de Katyn se saben ahora, no podía omitir, en esta primera película sobre el evento, la imagen de la muerte; la muerte que terminó con veinte mil oficiales polacos. Ellos fueron asesinados, uno a la vez, hecho que fue registrado en sus archivos personales. Esto es prueba de que la Unión Soviética no reconoció ni respetó ninguna norma internacional, ni siquiera con respecto a los prisioneros de guerra.

Todos los hombres que murieron lo hicieron como miembros de la intelligentsia polaca, lo que allanó el camino para el sometimiento de Polonia ante Stalin.
Un tema paralelo al crimen de Katyn es la mentira sobre Katyn y la postura oficial soviética de que los alemanes habían cometido el hecho en 1941, después de que invadieran territorio soviético durante la guerra.

Esta mentira tuvo su mayor impacto en las esposas, madres e hijas de los oficiales asesinados. Pues estas mujeres fueron quienes, en su lucha por descubrir la verdad,  experimentaron la mayor represión del nuevo gobierno después de 1945.
Es por ello que, durante años, Katyn ha sido un proceso abierto, herida enconada en la historia de Polonia que rogaba por una película polaca para abordar este tema. La primera película.”

Andrzej Wajda
PRÓLOGO

Luego de muchos intentos y mucho pensar, estoy seguro de que una película sobre Katyn no puede pretender revelar toda la verdad sobre este caso, ya que ahora es tanto un hecho histórico como político.

Esos hechos funcionan, para el espectador actual, a modo de contexto para entender sobre el destino humano y, a diferencia de los relatos de nuestra historia escritos en esa época, actualmente movilizan al espectador al verlos en la pantalla grande.

Por lo tanto, veo a mi película sobre Katyn como la historia de una familia separada para siempre, sobre grandes ilusiones y la brutal verdad sobre el crimen de Katyn. En una palabra, es una película sobre los sufrimientos individuales, que evoca imágenes de alto contenido emocional, más que cualquier hecho histórico, por más crudo que sea. Una película que muestra la terrible verdad que duele, cuyos personajes no son los oficiales asesinados, sino las mujeres que esperan su regreso todos los días, cada hora, sufriendo una incertidumbre inhumana. Leales y firmes, seguras de que con sólo abrir la puerta de casa se encontrarán con el tan esperado hombre, la tragedia de Katyn afecta tanto a las personas que viven como a aquellos que vivieron entonces.

Después de tantos años de la tragedia de Katyn, desde la exhumación alemana en 1943 y el posterior trabajo de investigación polaco en los años ‘90, e incluso a pesar de la divulgación parcial de los archivos, aún sabemos muy poco sobre qué aspecto tenía el crimen de Katyn en abril y mayo de 1940.

No es de extrañar que por años estuviéramos convencidos de que nuestro padre estaría vivo, ya que el apellido Wajda figuraba en la lista de Katyn, pero con el nombre de Karol.

Mi madre, casi hasta el final de sus días, creyó que su marido regresaría. Mi padre Jakub Wajda había sido combatiente en la Gran Guerra, la guerra polaco-soviética, el levantamiento de Silesia, y en la campaña de septiembre de 1939, beneficiario de la Cruz de Plata y de la Orden del Virtuti Militari otorgada póstumamente.

No quisiera que la película Katyn, sin embargo, fuera mi búsqueda personal de la verdad ni una vigilia sobre la tumba del Capitán Jakub Wajda. Dejemos que cuente una historia sobre el sufrimiento y el drama de muchas familias. Sobre la mentira de Katyn, que triunfa sobre la tumba de Joseph Vissarionovich Stalin, que obligó a guardar silencio durante medio siglo a los aliados de la URSS occidental, en la guerra contra Hitler: Gran Bretaña y los Estados Unidos.

Sé que los jóvenes de las nuevas generaciones, muy despiertos y entusiastas, se están alejando de nuestro pasado. Ocupados con los asuntos mundanos, olvidan  nombres y fechas, que, queramos o no, son las que nos hacen una nación con temores y recelos saliendo a la superficie en cada oportunidad política.

No hace mucho, en un programa de TV se le preguntó a un estudiante de secundaria con qué asociaba el 17 de septiembre, y respondió: “con un feriado religioso”. Tal vez gracias a nuestra película, cuando a algún joven se le pregunte sobre Katyn, sea capaz de decir algo más que “ese es el nombre de una pequeña ciudad no muy lejos de Smolensk”.

Andrzej Wajda

Acerca del director:
Director polaco de teatro y cine. Hijo de un oficial del ejército, realiza diferentes trabajos antes de dedicarse al cine. A la muerte de su padre en 1942, participa en la resistencia contra la invasión nazi. Trabaja como ayudante de pintores y decoradores de iglesias. Ingresa en la Academia de Bellas Artes de Cracovia y en el Instituto de Cine de Lodz, donde realiza tres cortometrajes y se diploma en 1952. Asiste al realizador Aleksandre Ford en La juventud de Chopin (1953) y Los cinco de la calle Barska (1954). Realiza los largometrajes sobre la Segunda Guerra Mundial Pokolonie (Una generación, 1954); Kanal (1956), galardonado en Cannes y Moscú; Popiol i diament (Ceniza y diamantes, 1958), que obtiene el Premio de la Crítica en el festival de Venecia, y Lotna (1959). Durante la década del sesenta hace los montajes teatrales Hamlet (1960), La Boda (1962) e Interpretando a Strindberg (1969). Entre sus películas destacan Niewinni czaeodzieje (Los perversos inocentes, 1960); Samson (1961); El amor a los veinte años (1962); Popioly (Cenizas, 1965); Polowanie na muchy (La caza de las moscas, 1968); Brzezina (El bosque de los abedules, 1971); La boda (1972), Concha de Plata en el festival de San Sebastián; Ziemia obiecana (La tierra de la gran promesa, 1975); Czlowiek z marnuru (El hombre de mármol, 1977); Las señoritas de Wilko (1978); El hombre de hierro (1981); Danton (1983) y Eine liebe in Deutschland (1984). Le siguen Crónica de los sucesos amorosos (1986); Los poseídos (1987); Korczak (1989); Nastasja (1994); Semana Santa (1995); Panna Nikt (1996); Pan Tadeusz (1999) y Wyrok na Franciszka Klosa (2000, para la televisión). En marzo de 2000 se le concede un Oscar honorífico por el conjunto de su carrera.
Cris Zurutuza
Prensa y comunicación
15 59707039
criszurutuza@gmail.com
 
Anexo de críticas :

Una película importante: Katyn, dirigida por Andrzej Wajda
 
escrito por Anne Applebaum   
 
Ruinas de un monasterio ortodoxo ruso, 1939: paredes desconchadas, luz que penetra por las grietas del techo, el humo de cigarros flota en el aire. Literas primitivas de madera, una encima de otra: el monasterio se convirtió en una cárcel. Los prisioneros, con uniformes de lana marrón y botas negras, forman un nutrido grupo. Estirando los cuellos, escuchan el discurso de su general. Solemne y cansado, éste no les pide que peleen. Pide que sobrevivan. Dice el general: “Señores, tienen que aguantar. Sin ustedes no hay Polonia libre.”

La escena termina. El público (de un cine de Varsovia donde vi la película) suspira, murmura y colectivamente aguanta la respiración. Los espectadores saben o se supone que sepan que estos soldados, flor y nata del cuerpo de oficiales de Polonia de preguerra, no van a sobrevivir. Y sin ellos, efectivamente, no hubo Polonia libre.

Este episodio (la acción en la pantalla y la reacción del público en el cine) representa el meollo del arte de su director, Andrzej Wajda. Durante medio siglo, empezando durante la época más oscura del comunismo y a través de los años de Solidaridad, la ley marcial y el presente poscomunista Wajda siempre tuvo esta especie de diálogo con el público polaco. Algunos de sus filmes tuvieron éxito fuera de Polonia, pero  siempre los hacía pensando en sus compatriotas lo que les confiere un sabor especial. El director sabía que sus espectadores polacos estaban familiarizados con la historia y la política y estaban al tanto de como se portaba la gente durante la ocupación. Confiaba en que ellos interpretarían su obra correctamente, aunque la censura lo obligaba a expresarse indirectamente. Su película más reciente, Katyn donde aparece la escena descrita arriba es, en este sentido, una película clásica de Wajda.

Desde luego, sus espectadores polacos saben del final de la historia mucho antes de entrar al cine. Katyn, como sugiere el título, cuenta la historia de la invasión casi simultánea soviética y alemana de Polonia en septiembre de 1939. Posteriormente, el Ejército soviético capturó, encarceló y mató cerca de veinte mil oficiales en los bosques cerca del poblado ruso de Katyn, y  en otros lugares. Entre ellos estaba el padre de Wajda. Era evidente la razón de la matanza: se trataba de los combatientes mejor educados y más patrióticos. Muchos eran reservistas y en la vida civil eran doctores, abogados, profesores universitarios y comerciantes. Constituían una élite intelectual que pudiera impedir los planes de la Unión Soviética de absorber y “sovietizar” los territorios orientales de Polonia. Siguiendo el consejo de Lavrenti Beria, jefe de la policía secreta, Stalin dio la orden de ejecutarlos a todos.

La película es algo más que el recuento de un asesinato en masa. Durante decenios la masacre de Katyn era un tema totalmente prohibido en Polonia y la causa de una desconfianza profunda y perenne entre los polacos y sus conquistadores soviéticos. Oficialmente, la Unión Soviética echó la culpa a los alemanes que descubrieron una de las tumbas colectivas (eran tres, por lo menos) después de la invasión nazi  en Rusia en 1941. Los fiscales soviéticos hasta repitieron esta mentira evidente en el juicio de Nuremberg y el gobierno británico, entre otros, la apoyó.

En  Katyn Wajda incluye la historia del padre de uno de los oficiales, profesor de la Universidad jagellona de Cracovia. La administración nazi de la ciudad  le comunica que tiene que asistir a una reunión y él acude a una sala medieval del recinto universitario. Sin previo aviso, las tropas nazis entran, cierran las puertas y detienen a todos. Los hombres, muchos de ellos de edad avanzada, son llevados en camiones y entre ellos vemos al padre del oficial. Más tarde, su viuda se entera que murió, junto con muchos de sus colegas, en Sachsenhausen. Wajda afirma que es el equivalente alemán de la masacre de Katyn, un asalto directo a la intelligentsia polaca, un intento de destruir el liderazgo presente y futuro de la nación.

              También Wajda muestra episodios que se refieren a sus primeras películas o de su propia vida. Sabe que su público polaco lo va a entender. Uno de sus personajes, Tadeusz, hijo de un fusilado en Katyn, quien pasó la guerra siendo guerrillero en los bosques, llena un formulario para volver a los estudios. Como el mismo Wajda a esta edad, quiere estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Le dicen que tiene que borrar las palabras “padre: asesinado por los soviéticos en Katyn” de su biografía, pero Tadeusz se niega, sale corriendo y en la calle arranca un afiche prosoviético. Minutos más tarde los soldados comunistas lo detienen y lo matan. Igual que el héroe de Wajda en Cenizas y diamantes (1956) muere sin propósito alguno, después de la guerra, luchando por una causa perdida. Sin embargo, no tiene dudas, como aquel otro muchacho. Tadeusz prefiere la muerte y la verdad y no quiere vivir bajo la sombra de una mentira histórica (no se parece a Wajda).

                 Existe algún peligro inherente al intento de hacer filmes patrióticos y Wajda no pudo evitarlos, aunque en varios casos la culpa no era suya. Accidentalmente, Katyn se estrenó en medio de una campaña electoral parlamentaria empezada demasiado temprano. Los líderes del partido político en el poder en aquel momento oficialmente llamado Ley y Justicia, conocido más como el partido de los Kaczynski, gemelos idénticos, fueron acusados de manipular el repentino interés en Katyn para sus propios fines. Casi una semana antes el gobierno decidió, repentinamente celebrar una gran ceremonia conmemorativa con varios funcionarios responsables, como si el legado de Katyn perteneciera a este partido político y a ningún otro. Las familias de las víctimas protestaron igual que Wajda. La fecha de la ceremonia fue cambiada. Pero persistió la fea imagen de los políticos tratando de aprovecharse de las emociones provocadas por la película.

           Katyn había amargado las relaciones polaco-rusas por más de seis décadas y, desde luego, el filme de Wajda provocó algunas reacciones en Polonia en contra de los rusos. En una entrevista para Izvestia Wajda trató de apaciguar el estallido antes de que se produjera. Dijo: “En Polonia siempre hubo una gran simpatía hacia el pueblo ruso. Diferenciamos entre el pueblo y el sistema.” Algunos rusos se lo creyeron. El demócrata, activista de derechos humanos y ex disidente Serguei Kovaliov quien vio la película en la Embajada polaca en Moscú, pidió después a los polacos “el perdón” por la masacre.

           No hubo una reacción oficial del gobierno ruso al día siguiente del estreno, pero el periódico del gobierno Rossiyskaia gazeta dijo que la responsabilidad soviética en Katyn “no era obvia”. En un artículo malicioso un periodista expresó sus dudas acerca de la publicación, durante una década, de voluminosos archivos y acusó a Wajda de “separarnos más de la verdad”. También decía que el reconocimiento de la responsabilidad soviética de Katyn por Mijail Gorbachov fue un acto meramente político, una declaración dudosa hecha para complacer a Occidente. Los fragmentos de este artículo fueron publicados en toda Polonia, acompañadas, a veces, por los documentos donde se ordenaba la masacre. Además,  se tomó como evidencia de que Rusia había cambiado poco desde 1939.

              Así, no fue sorprendente que algunos días después los comentaristas polacos se ofendieran: Katyn no pudo presentarse en el Festival de Venecia. Algunos afirmaban que era el resultado de la influencia secreta rusa sobre los jurados, otros lo tomaron como otra demostración de que los extranjeros no entendían la historia polaca y no apreciaban los sufrimientos de Polonia o discriminaban el país. La explicación era simple: Katyn apareció muy tarde para cumplir con la agenda del Festival. Probablemente, se exhiba en Venecia este año. Antes de que se entendiera esta explicación, se hicieron evidentes las inseguridades del país.

              La prueba real para Katyn consiste en mantenerse como parte del diálogo nacional polaco como lo han hecho antes algunos filmes de Wajda. No se trata de la calidad de la película. Su permanencia depende también de la existencia de un público que comparte el conocimiento de Wajda de la historia polaca del siglo XX  y entiende símbolos e indirectas que usa para abarcar temas nacionales y patrióticos. Cincuenta años después de filmada, un número significante de polacos saben que cuando dos jóvenes en Cenizas y diamantes empiecen a mencionar nombres con un vaso de alcohol delante, se trata de los amigos que murieron en la clandestinidad y el levantamiento de Varsovia, aunque no lo dicen directamente. Si pasan 50 años y aún existe un público en Polonia que entienda a los personajes de Wajda y sus referencias (el público que retiene la respiración cuando el general dice a sus hombres que sin ellos “no habrá Polonia libre”), entonces Katyn aún será importante.

Tomado de New York Review of Books, febrero 2008
http://www.nybooks.com/articles/21012

http://www.variety.com/index.asp?layout=festivals&jump=review&id=2478&reviewid=VE1117936224&cs=1

La candidata al Oscar como película en lengua extranjera tuvo mucho éxito a nivel nacional el año pasado, y debería  dar una recorrida triunfal en las salas de cine-arte en el exterior.
 
Volviendo al período de la Segunda Guerra Mundial, en la que el director basó la excelente trilogía de “Generación”, “Kanal” y “Cenizas y Diamantes”, la actual película supone una mirada desapasionada, típicamente wajdesca, hacia los héroes y villanos de la historia. Wadja perdió a su propio padre en la masacre de Katyn a los 14 años, y vivió a través de los años la ocupación nazi, la represión  soviética y los disturbios, mientras el movimiento de Solidaridad llevaba a Polonia a una eventual transición hacia una economía de libre mercado.
 
Wajda es ahora un mentor de una nueva generación de cineastas polacos, y su interpretación de una de las principales tragedias de la historia polaca tiene para el público nacional la estatura de “palabras de un profeta”. Es en este contexto que se debe entender el éxito local de   “Katyn”, obteniendo más de $ 14 millones en los ingresos de cines solamente.
 
El entrecruzamiento de historias en la película desarrolla favorablemente un amplio espectro de experiencias de quienes vivieron y murieron durante ese período.
 
Una de las principales líneas narrativas es la de Anna (Maja Ostaszewska), cuya historia es paralela a la de la madre de Wadja. Es 1939, cuando Anna llega a la frontera oriental de Polonia en busca de su marido, Andrzej (Artur Zmijewski), un oficial polaco que se opone a sus ruegos de huir con ella, prefiriendo permanecer con su regimiento de caballería. Después de haber sido capturados por el ejército invasor soviético, el regimiento está condenado a ser enviado al este, a un campo de detención en Rusia, donde la mayoría de ellos serán asesinados en Katyn en 1940, según la explicación en los créditos iniciales.
 
La acción va entrecruzando las historias de Anna, Andrzej en el campamento de detención y otros personajes: también hay un general detenido (Jan Englert) y su orgullosa esposa (Danuta Stenka), que se niega a dar el brazo a torcer ante la presión alemana de participar en su propaganda anti-Rusia.
 
Jerzy, el amigo de Andrzej (la estrella local Andrzej Chyra) representa a uno de los pocos que sobreviven a Katyn, pero a costa de su propia alma, ya que después de la guerra atribuye Katyn a los nazis, por miedo a que la atrocidad avergüence a los soberanos soviéticos, que fueron los verdaderos responsables. La historia de Jerzy se cruza con la de las hermanas Agnieszka (Magdalena Cielecka) e Irena (Agnieszka Glinska), que toman posiciones opuestas respecto del nuevo régimen de la posguerra.
 
Wajda, incitado y alentado por los co-guionistas Wladyslaw Pasikowski y Przemyslaw Nowarkowski, demuestra una magistral capacidad para transmitir la trama, ilustrar los personajes y crear clima con sólo unas pocas líneas de diálogo y unas vigorosas pinceladas visuales. La precisa edición (a cargo de Milenia Fielder) se mueve fluidamente entre períodos de tiempo y lugares.
 
La escena final muestra de manera impecable la matanza en sí, los tiroteos en serie, casi-mecánicos, que convierten a las fosas en una verdadera casa del terror.
 
Considerando todos los aspectos, esta película demuestra un magnífico trabajo de todos los participantes. La música original, del renombrado compositor polaco Krzysztof Penderecki, retumba y suspira con profundidad sin invadir la acción. Otras contribuciones técnicas demuestran un alto nivel de profesionalismo, lo que refleja que debe haber sido un gran presupuesto para una película polaca.
New York Times:
(…) Polonia ha tenido la suerte de tener en el Sr. Wajda a un incansable, lúcido cronista. A sus 82 años, ha producido, en películas como “Cenizas y Diamantes” y “Hombre de Mármol” un récord cinematográfico sin precedentes sobre la historia polaca, y “Katyn”, nominada para un Oscar el año pasado, es un potente corrector de décadas de distorsión y olvido.
Con elegante concisión, la película explora los acontecimientos que condujeron a la masacre y sus consecuencias, siguiendo a un grupo de oficiales y sus familias a través de las agonías de la guerra y las miserias de la paz bajo el comunismo, y volviendo en círculos a un final que reconstruye de manera incansable algunos de los asesinatos.
Las muertes son terribles y dolorosas de ver, pero el dramatismo de la película es llevado por las hermanas, las madres y las viudas de los muertos, cuyos intentos de aferrarse a la verdad son casi insoportablemente conmovedores. Maja Ostaszewska está magnífica en el papel de Anna, la tranquila esposa de Andrzej, que se aferra a la esperanza de que él, de alguna manera, ha sobrevivido.
http://movies.nytimes.com/2009/02/18/movies/18katy.html

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